Las fibras de asbesto o amianto no se evaporan al aire ni se disuelven en agua. Es un material que no es biodegradable y que, además, puede romperse en partículas cada vez más pequeñas, imperceptibles para el ojo humano. Su persistencia en el ambiente, junto con el elevado riesgo que supone su inhalación, determina la vital importancia de diagnosticar su presencia y evaluar su estado de conservación.
Si bien desde 2002 el amianto ya no se utiliza en España como material de construcción, podemos convivir con él sin darnos cuenta, ya que la vida útil de una estructura con amianto se estima entre 30 y 50 años. A partir de ese momento, puede empezar a degradarse y a esparcir sus fibras por el aire.
Cada fibra visible de amianto puede estar compuesta por miles de fibras mucho más pequeñas que por su peso molecular quedan suspendidas en el aire. De hecho, las fibras de amianto, observadas en un microscopio óptico, aparecen como hilos muy flexibles curvados o rectos, dependiendo de su longitud y naturaleza.
De esta forma, las fibras de amianto pueden permanecer durante largos periodos de tiempo en el medio ambiente, prolongando en el tiempo de forma indeterminada los elevados riesgos que supone una posible exposición, ya que, cuando las fibras de asbesto son inhaladas, pueden quedarse atrapadas en los pulmones, originando un daño irreversible que puede manifestarse a medio o largo plazo.
Las fibras y partículas pequeñas pueden permanecer suspendidas en el aire mucho tiempo e incluso ser transportadas largas distancias por el viento o corrientes de agua antes de depositarse, ya que este material ni se evapora ni se disuelve. De ahí que, ante la sospecha de que pueda existir presencia de amianto en nuestro entorno, sea fundamental llevar a cabo un proceso de inspección y diagnóstico.
Para ello, se localizarán los elementos con posible presencia de amianto, y una vez confirmada su existencia, se valorará el riesgo potencial, en función de si puede o no emitir fibras que queden suspendidas en el aire. Una vez realizado el diagnóstico, podremos establecer medidas adecuadas de prevención, y proceder a su retirada antes de cualquier obra que se realice en las instalaciones.
Dentro de las acciones que se pueden tomar para evitar que partículas de amianto terminen en el aire están las siguientes: retirar y eliminar el material o realizar un tratamiento de encapsulado y confinamiento para evitar que las fibras se dispersen o, por último, señalizar la zona y elaborar un plan de gestión del material con amianto para ir eliminándolo poco a poco.
El proceso de retirada, clave para evitar la dispersión de partículas
Cuando el amianto llega al final de su vida útil y comienza a deteriorarse, el equipo profesional que realice el diagnóstico tendrá que verificar la existencia de daños, como roturas o adherencias, buscando restos de material visible en el entorno cercano, lo que supondría una clara prueba de la disgregación del material.
Por tanto, es fundamental recurrir a un equipo de profesionales especializados, que procederán al diagnóstico empleando todas las medidas de prevención. En este sentido, siempre que el sondeo implique un contacto directo con el material, se deben utilizar guantes de un solo uso y protección individual de las vías respiratorias. Para evitar la liberación de fibras por golpes y vibraciones, se debe realizar una humectación previa de los materiales a sondear, precisamente para evitar esta dispersión de fibras en el aire.
Además, todos los espacios y equipos utilizados deberán estar en condiciones de poderse limpiar y mantener eficazmente y con regularidad. Por último, los materiales de los que se desprendan fibras de amianto o que contengan amianto deberán ser almacenados y transportados en embalajes cerrados apropiados y con etiquetas reglamentarias que indiquen su contenido.
Mediciones de concentraciones de amianto en el aire
En este procedimiento de inspección y diagnóstico de amianto, los resultados de mediciones de concentración de amianto en el aire pueden aportar información adicional relevante y constituyen una medida clave para evaluar la seguridad para las personas que utilizan las instalaciones construidas con este material.
De esta forma, las mediciones ambientales en un punto fijo para confirmar la presencia o ausencia de fibras de amianto tienen por objetivo evitar exposiciones accidentales de terceras personas. Así, la norma UNE 171370 recomienda realizar mediciones ambientales en un punto fijo para determinar la concentración de fondo de fibras en el ambiente de forma previa y posterior a la toma de muestras por parte del personal inspector, para poder evidenciar que una posible contaminación final del ambiente no es debida a los trabajos realizados.
Así, en cualquier intervención de manipulación de materiales con amianto se debería determinar la concentración de fibras en el aire para demostrar la correcta limpieza y descontaminación del área, para determinar si un recinto está contaminado o no y tomar decisiones en caso de obtener resultados de concentración superiores al valor de referencia.
Por otro lado, cabe destacar que en la legislación española no existe un valor límite aplicable a las concentraciones de fibras de amianto en el aire para considerar un ambiente no contaminado. A efectos de la norma UNE 171370 se utilizarán valores de referencia en punto fijo aceptados a nivel europeo e internacional: 0,01 fibras/cm3 en microscopía óptica y 0,005 fibras/cm3 microscopía electrónica.
Sin embargo, el Real Decreto 396/2006, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud aplicables a los trabajos con riesgo de exposición al amianto, sí que establece como límite de exposición lo siguiente: “Los empresarios deberán asegurarse de que ningún trabajador está expuesto a una concentración de amianto en el aire superior al valor límite ambiental de exposición diaria (VLA-ED) de 0,1 fibras por centímetro cúbico medidas como una media ponderada en el tiempo para un período de ocho horas”.
Esta misma normativa establece medidas que deben tomarse para evitar que partículas de amianto puedan quedar suspendidas en el aire. Así, las fibras de amianto que puedan generarse se eliminarán, en las proximidades del foco emisor, preferentemente mediante su captación por sistemas de extracción, en condiciones que no supongan un riesgo para la salud pública y el medio ambiente.
Por último, tal y como detalla el mencionado Real Decreto, el análisis (recuento de fibras) de amianto sólo podrá realizarse por laboratorios especializados cuya idoneidad a tal fin sea reconocida formalmente por la autoridad laboral que corresponda al territorio de la comunidad autónoma donde se encuentre ubicado el laboratorio.
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