El reciente fallecimiento de una trabajadora de limpieza en Barcelona, ha conmocionado a compañeros y ciudadanos. La mujer, de 51 años, murió después de terminar su jornada laboral durante una intensa ola de calor. Aunque la autopsia aún debe confirmar las causas del fallecimiento, el contexto de temperaturas extremas y su exposición prolongada al calor durante el turno laboral en el barrio del Raval apuntan a un posible golpe de calor.
Este trágico suceso, que ha movilizado a la plantilla y abierto una investigación por parte del Ayuntamiento de Barcelona, pone en primer plano la importancia de la prevención de riesgos laborales frente al estrés térmico, un riesgo que se agrava con los efectos del cambio climático y que puede tener consecuencias mortales.
El estrés térmico se produce cuando el cuerpo no puede liberar el exceso de temperatura acumulada, generando un desequilibrio fisiológico peligroso. Aunque tradicionalmente se ha vinculado a trabajos al aire libre en verano, hoy sabemos que también puede afectar en interiores mal ventilados, con maquinaria caliente o esfuerzo físico elevado. La combinación de calor ambiental, ropa poco transpirable, deshidratación o falta de pausas adecuadas puede desencadenar un colapso térmico grave.
¿Qué factores aumentan el riesgo de sufrir un golpe de calor?
- Ambientales: temperaturas elevadas, humedad, radiación solar o artificial, y escasa ventilación.
- Laborales: esfuerzo físico intenso, jornadas prolongadas sin descansos, ropa inadecuada.
- Personales: edad avanzada, enfermedades crónicas, medicación, falta de aclimatación.
A partir de los 40,5 °C de temperatura corporal, el cuerpo pierde su capacidad para autorregularse, lo que puede provocar desorientación, pérdida de conciencia o incluso la muerte si no se actúa con rapidez.
La prevención salva vidas
Para evitar consecuencias irreversibles, es fundamental integrar medidas preventivas específicas frente al calor en todos los entornos laborales:
- Técnicas: mejorar ventilación, instalar sombras, crear zonas frescas de descanso.
- Organizativas: adaptar horarios, fomentar pausas, garantizar acceso constante a agua.
- Formativas: informar a los trabajadores sobre síntomas y actuación ante un golpe de calor.
Además, en sectores como la limpieza urbana, la construcción o la agricultura, resulta clave ajustar la planificación diaria según las alertas meteorológicas y reforzar los protocolos de emergencia.
Formación y compromiso: claves para actuar
La lucha contra el estrés térmico exige un compromiso real y coordinado. La formación en prevención de riesgos laborales es esencial para reconocer los síntomas, aplicar medidas efectivas —como pausas, hidratación o adaptación de horarios— y crear entornos seguros ante las nuevas condiciones climáticas.
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